La importancia de Humboldt en el estudio del clima y la biogeografía y ecología canaria

Este personaje prototípico de la Ilustración, deseaba con ardor embarcarse en la gran empresa de los viajes de exploración científica hacia las regiones más alejadas del mundo y, así, poder explorar, conocer y alimentar su hondo instinto de curiosidad.

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HUMBOLDT, ¿QUIÉN ERA?

Vamos a hablar de un viejo sueño, de un anhelo infatigable presente en el corazón de Alexander von Humboldt. Este personaje prototípico de la Ilustración, deseaba con ardor embarcarse en la gran empresa de los viajes de exploración científica hacia las regiones más alejadas del mundo y, así, poder explorar, conocer y alimentar su hondo instinto de curiosidad.
De origen prusiano, esta mente preclara del Siglo de las Luces era un polímata por definición. Sus conocimientos abarcaron amplias disciplinas tanto del ámbito de la geografía como de la astronomía, la botánica, la antropología o el vulcanismo. Era un portento del pensamiento y de la observación, dueño de una lucidez asombrosa adelantada a su tiempo, un humanista en el extenso sentido de la palabra.

 

EL INICIO DEL VIAJE SOÑADO

En marzo de 1799, Alexander von Humbolt llega a Madrid, siendo presentado a la corte de Aranjuez con la intención de gestionar su viaje americano en compañía del médico y biólogo francés Amié Bonpland.
El científico prusiano expone los motivos que le animaban a emprender un viaje al Nuevo Continente y a las islas de Filipinas, presentando una memoria sobre el viaje que pretende llevar a cabo, al secretario de Estado. El caballero de Urquijo apoya la solicitud de Humboldt, allanando todos los obstáculos que pudieran presentarse para la realización de la aventura expedicionaria.
Humboldt obtiene los pasaportes, recibiendo los más altos permisos que un viajero pudiera recibir, concedidos por la Secretaría de Estado y del Consejo de Indias. Con estos permisos, el explorador prusiano tenía la autorización para servirse, libremente, de sus instrumentos de física y geodesia, pudiendo hacer en todas las posesiones españolas, observaciones astronómicas, medir la altura de los montes, colectar las producciones de la tierra y ejecutar todas las operaciones que juzgara útiles para el progreso de las ciencias.

 

EL VIAJE

El día 4 de junio de 1799, la fragata Pizarro zarpa del puerto de La Coruña. La emoción de Alenxander es tan incontenible que escribe en su diario de a bordo:
“¡Qué suerte esta! Pierdo la cabeza de alegría. Parto con la fragata española Pizarro; hemos de hacer escala en las Islas Canarias y arribar en la costa de Venezuela y Sudamérica. ¡Qué tesoro de observaciones me esperan…!”

A primeras horas de la mañana del 19 de junio, con una importante agitación del mar y envuelta en una espesa niebla, la fragata Pizarro descubre, en medio de un ambiente brumoso, la punta de Naga ( Anaga o Nago). Una vez realizada la maniobra de fondeo, ante la imposibilidad de atracar en puerto y en un momento de breve disipación de la espesura neblinosa, Humboldt y sus hombres observan la presencia de una flota de navíos ingleses, que tenían la finalidad de bloquear la entrada a puerto. La niebla en este caso sirvió para sortear el peligro de ser reembarcados para Europa, dando por finalizada la aventura expedicionaria.
Una vez en tierra de Añaza, como así llamaban los guanches a lo que hoy es la ciudad de Santa Cruz, y cumplimentadas las burocracias para desembarcar del navío Pizarro, Humboldt realiza su primera aproximación expedicionaria. Se trata de una breve incursión en peñas basálticas que se encuentran en la zona de Paso Alto. En este lugar, el naturalista prusiano aprecia la influencia continental africana de Canarias, recogiendo las primeras muestras vegetales y apuntado en su diario:
“Las plantas suculentas que sacan su alimento más del aire que del suelo en que están pegadas, nos recuerdan por su aspecto, que este grupo de islas pertenecen al África, incluso a la parte más árida de este continente”.

El día 20 de junio, poco antes del amanecer, la expedición se pone en camino para subir a La Laguna. Pronto, Humboldt se da cuenta de una importante observación relacionada con la temperatura. Según se asciende en altitud, se siente un gradual descenso de la temperatura de la atmosfera, en comparación con el aire sofocante presente en Santa Cruz, teniendo la villa de La Laguna un tiempo de perpetuo frescor. En su diario de viaje dejaría escrito que La Laguna es una población que está situada en una pequeña llanura, rodeada de huertos y dominada por una colina coronada de un bosque de laureles, arrayanes y madroños.

Hans Mayer publicó en 1896 este mapa, donde las líneas rojas marcan los antiguos caminos principales (Foto extraída del libro Alexander von Humboldt. Su semana en Tenerife)

 

JARDÍN BOTÁNICO

La siguiente parada, antes de entrar en la villa de La Orotava, es el Jardín de aclimatación del Puerto de La Orotava (actualmente Puerto de La Cruz). El establecimiento de un jardín botánico, creado por Alonso de Nava y Grimón, bajo el reinado de Carlos III en la zona de El Durazno, sorprendió gratamente a Humboldt. En dicho emplazamiento natural, el científico empieza a ver las primeras plantas del mundo tropical americano que visitaría con posterioridad, significando una importante sorpresa para la insaciable curiosidad de nuestro naturalista el hallazgo de la flora canaria, con las seiscientas especies endémicas presentes en las islas y cómo este jardín podía ejercer influencia en los progresos de la botánica y en la introducción de vegetales útiles en Europa. Afirmaba Humboldt que las plantas de Asia, África y América meridional pueden llegar fácilmente al jardín de La Orotava. Para introducir el árbol de la quina en Sicilia o en Portugal sería preciso plantarlo primero en El Durazno o en La Laguna y, luego, transportar los retoños de la quina de las Canarias.
Continuando la trayectoria que nos conducirá al objetivo final de subir a la cima del volcán Teide, llegamos a La Orotava.

 

SUBIDA AL PICO DEL TEIDE

El 21 de junio por la mañana inician, por fin, el camino hacia la cumbre del Teide. Hasta la base del volcán solo llegaba un camino partiendo de La Orotava, el camino de Chasna. El ascenso por dicha ruta le fue proporcionando a Humboldt una importante observación: la vegetación va cambiando según se asciende en altura.

  • En el lugar donde se prende la bruma, es decir, donde se inicia el mar de nubes, se conservan restos de un bosque muy antiguo, conocido como bosque de Laurisilva, conservando aún hermosos ejemplares de brezos y de Fayas. El naturalista prusiano lo denomina MONTE VERDE.

Siguiendo con el sendero de ascensión, Humboldt para en la fuente El Dornajito, de la que escribirá en su diario:
“Las aguas de El Dornajito, son célebres en la isla, eran las únicas que se conocían en el momento del viaje por el camino que lleva a la cima del volcán.”

  • Según se continúa con el ascenso, pasamos del MONTE VERDE a EL PINAR. El pino canario le interesó mucho a Humboldt, observando, con su habitual agudeza, que tenía la hoja diferente con respecto a los dieciocho que se conocían hasta entonces en el continente europeo.

Llegado a este punto, del que siempre será nuestro trabajo inacabado sobre la figura de Humboldt, es preciso detallar, aunque sea someramente, una de las grandes aportaciones del científico prusiano en su estancia en la isla de Tenerife. Estamos hablando de los pisos de vegetación.

“La isla de Tenerife, la Chinerfe de los guanches, presenta en su estado actual cinco zonas de plantas que se pueden distinguir con los nombres de Región de las Viñas, Región de los Laureles, Región de los Pinos, Región de la Retama y Región de las Gramíneas. Están estas zonas colocadas como por pisos, unas encima de otras y ocupan sobre la ladera más pendiente del Pico una altura perpendicular de 1.750 toesas (se refiere a metros de altitud). Si las plantas no llegan en Tenerife a la cumbre del volcán no es porque las nieves perpetuas y el frío atmosférico les impongan límites que no puedan franquear; son las lavas escorificadas del malpaís y la piedra pómez árida y triturada del Pilón las que impiden la migración de las plantas hasta el borde del cráter.

La primera zona, la de las viñas, se extiende desde la ribera del mar hasta 200 o 300 toesas de altitud; es la más habitada y la única cuyo suelo se cultiva con esmero. […] Ofrece entre sus productos vegetales 8 especies de Euforbios arborescentes, Mesembryanhtemum, que se dan desde el cabo de Buena Esperanza hasta el Peloponeso, la Cacalia kleinnia, el Drago y otras plantas que, por sus troncos desnudos y tortuosos y por sus hojas suculentas y color verde azulado presentan los rasgos distintivos de la vegetación africana. En esta zona se cultiva la palmera datilera, el banano, la caña de azúcar, la higuera de la India, el Arum colocasia, cuya raíz suministra al pueblo bajo una fécula nutritiva, el olivo, los frutales europeos, la vid y los cereales.”

Alexander von Humboldt, 1799.

Gráfico ilustrativo sobre los pisos de vegetación de Humboldt
Gráfico ilustrativo sobre los pisos de vegetación de Humboldt

 

Prosiguiendo con la ruta de ascenso al pico del Teide, la excursión científica llega al portillo, lugar en el que se abre a la vista a una gran caldera llamada Las Cañadas y dentro de la cual se alza El Teide. A nuestro expedicionario, le entusiasmó la presencia, en dicha zona, de un endemismo canario: la Retama del Teide. También le llamó poderosamente la atención el Codeso de La Cumbre, el Tajinaste rojo o el Rosalillo.
Humboldt y su comitiva expedicionaria, atravesando los llanos de la retama con el objetivo de alcanzar un progresivo ascenso en su ruta, sufren las inclementes condiciones del terreno, a pesar de hacerlo a lomos de una mula.
“Necesitamos casi dos horas para atravesar esta llanura, que no es sino un inmenso mar de arena. Era muy molesto el polvo de piedra pómez que nos envolvía constantemente”.
Dejando atrás el cono volcánico de Montaña blanca, que se encuentra en el flanco oriental de El Teide, prosigue Humboldt el ascenso. Siendo la pendiente cada vez más pronunciada, la expedición alcanza una zona de descanso en forma de rellano, conocida como la Estancia de Los Ingleses, lugar donde descansaron y pasaron la noche.
De madrugada, reinician la marcha. El ascenso es un desierto de piedra pómez y de lava, en el que está presente otro endemismo más, propio de las zonas más altas de lo que conocemos hoy como Parque Nacional de Las Cañadas del Teide: la violeta del Teide.

Portada del libro Alexander von Humboldt. Su semana en Tenerife

 

Examinan la Cueva del Hielo, situada a 3.368 metros de altura. Observó Humboldt esta nevera natural que posee El Teide y que no tiene aberturas perpendiculares por las que salga aire caliente, quedando inmóvil en el fondo el aire frío. Observó que esta nevera natural no depende tanto de la elevación absoluta de la grieta ni la temperatura media de la capa de aire que en ella se encuentra, como de la cantidad de nieve que entra ahí en invierno y la poca acción de los vientos cálidos que soplan en estío.

La expedición, finalmente, desciende al fondo del cráter por un reguero de lavas destrozadas. Según figura en las anotaciones del naturalista que “no se sentía calor sino en algunas fisuras de las que se desprendían vapores acuosos con un zumbido particular. Algunos de estos respiraderos o grietas se encuentran fuera del recinto, en el borde exterior del parapeto que circunda el cráter. Manteniendo ahí el termómetro, lo vimos subir rápidamente a 68 y 75 grados”

La contribución de Alexander von Humboldt al conocimiento de la naturaleza, supuso un impacto decisivo en el desarrollo de la ciencia y la cultura en el mundo, incluso en su país natal, Prusia, a la que vio como una isla de atraso.

Gracias a él, Alemania empezó a destacar en la ciencia. Como afirma Leoncio López-Ocón Cabrera, “la actividad científica de Humboldt se hace especialmente consistente y adquiere una autoridad cada vez mayor en círculos científicos, gracias a su innegable capacidad y talento para despejar potentes y heterogéneas fuentes de comunicación”.

Fuente Alexander von Humboldt, su semana en Tenerife, 1799 (Alfred Gebauer, editorial Zech). Nicolás González Lemus (presidente fundacional de la Asociación Cultural Humboldt). Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia.
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