Los neveros del Teide, un testigo silencioso de nuestros antepasados que apreciaban la nieve que caía en nuestras cumbres de una forma totalmente diferente al de la actualidad.
Aquella fría y prolongada situación, tuvo como consecuencia una importante nevada en las cumbres de Tenerife, Gran Canaria y La Palma, que no se ha vuelto a repetir.