La Opinión 18-04-2017
La meteorología siempre ha suscitado interés y, en algunos casos, verdadera pasión. En tiempos pretéritos, no contábamos con una información tan directa y rápida como la que actualmente nos aportan las nuevas tecnologías. Sin embargo, la tradición campesina y marinera, así como la compleja cultura del agua, presente en nuestras islas, ha llevado al hombre isleño a mirar al cielo, a barajar barruntios y cabañuelas, a crear leyendas casi mitológicas (El Garoé, la Luz de Mafasca, luces de caminos, San Borondón, etc) de los fenómenos naturales que observa, atendiendo a la percepción subjetiva de la influencia del clima y de la meteorología. La prensa, a lo largo de los tiempos, se ha hecho eco de estos acontecimientos, muchas veces mostrando las emociones colectivas de un pueblo que se encuentra condicionado por los elementos meteorológicos, en especial, las lluvias.
A mediados del siglo XX, la prensa se permitía la licencia de llamar, por ejemplo, “huracán” a un fenómeno del que no se tiene constancia en Canarias. La población demanda información sobre meteorología y se muestra sensible, alarmándose cuando escucha o lee términos como tornado, tormenta tropical, gota fría, ola de calor o ciclogénesis explosiva, utilizados de manera “muy a ligera” en los medios de comunicación actuales. Algunos términos como Chemtrails se han popularizado, cuando ni siquiera existen. En cambio, otros pueden sonar a ciencia ficción, es el caso de Fata morgana, Fuego de San Telmo, Lluvia de sangre y Nieve sandía, pero son reales.
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ABC, 20 de enero de 1958
La Gaceta, 18 de agosto del 2005. Fue una frente subtropical.
Sin asesoramiento meteorológico, o con otros intereses, así nos exponía la noticia Diario de Las Palmas, al observar la presencia de nubes lenticulares, fácilmente reconocibles, el 19 de noviembre de 1996. Se trata de los altocúmulos lenticularis que periódicamente se observan en las islas, asociadas al viento en capas medias-alta, y modeladas por el relieve.
De la misma manera, se expresó El Periodico de Cataluña en su edición del 21 de septiembre del 2017, aunque esta vez explicaba el meteoro.
Y La Provincia el mismo caso que el anterior y el mismo día.
No hay duda. La sorpresa inicial de los testigos, que ignoran la naturaleza auténtica de muchos fenómenos naturales que contemplan, lo aprovecha la prensa que, en su papel de informar, optan por desinformar, al centrarse en conceptos que podríamos situar en la frontera de la ciencia, alimentando así, intereses sensacionalistas basados en medias verdades o en informaciones contaminadas, más propias del misterio literario.
Aplicaremos la misma objección para el episodio del célebre temporal de enero de 1999. Nunca ha nevado en cotas tan bajas. Sí dejó abundante granizo.
La Gaceta de Canarias, 12-01-1999
LAS AURORAS BOREALES
Si lo que queremos es observar las auroras boreales, elegir Canarias no es una buena idea, pues estos fenómenos se suelen dar, tal y como indica su nombre, en latitudes muy septentrionales. Pero su luz sí se ha visto, según los científicos, en el archipiélago, 11 veces desde el siglo XVII.
En junio de 1966, se observó desde Izaña la luz de la aurora. Al principio creyeron que se debía a una avería de los aparatos de investigación.
Diario La Vanguardia
En enero de 1957, las auroras boreales se vieron en latitudes medias. La Agencia Cifra se hace eco de aquellas luces que asombraron a los lanzaroteños.
LUCES DE CAMINOS, LUMINARIAS Y DESTELLOS EN EL CIELO
Por razones que ignoramos y que podrían estar en relación con la naturaleza volcánica del archipiélago, el fenómeno de las luces populares o luces de camino es muy frecuente en las islas y, a lo largo de la historia, el campesino canario lo ha dotado de mitología, de magia de encantamiento. El fenómeno más popular es la Luz de Mafasca en las llanuras majoreras, cuyo último avistamiento fue en 1994. A medio camino entre el cuento, la realidad y el esoterismo, numerosos son los testimonios que tenemos sobre la existencia de esa luz, que acompaña a los caminantes.
Meteorológicamente, lo más parecido son los llamados fuegos fatuos, un fenómeno consistente, en apariencia, en la inflamación de ciertas materias (fósforo, principalmente) que se eleven de las sustancias animales o vegetales en putrefacción, formando pequeñas llamas que flotan por el aire a poca distancia de la superficie, viéndose de noche o al anochecer en muchas partes del mundo. Pero seguimos sin tener una explicación definitiva. Se le ha relacionado también con energía tectónica de las placas volcánicas.
De estas luces, presentes en entornos rurales, de aspecto esférico y de comportamiento aparentemente inteligente, tenemos referencia en todas las islas. En La Palma, el caso más conocido es el de Los Hachitos del Time, luces que recorren algunas calles de Los Llanos, internándose o saliendo del Barranco de Las Angustias, para ascender hasta El Time y desaparecer hacia Tijarafe. Una vieja tradición de Las Palmas capital, nos recuerda que el Puerto de La Luz recibe su nombre de una luces que se divisaban en los conos volcánicos de La Isleta. La Luz de La Dama en La Gomera, estuvo popularmente relacionada con un tesoro escondido. En Vilaflor, los llamados «focos de Marteles» atravesaban los primeros coches que discurrían por aquellas vías; en Teror, la aparición de la virgen estuvo precedida de fenómenos luminosos, lo mismo que en El Amparo icodense. En Tejeda una luz recorría entre barrancos el espacio que separa el Roque Nublo y el Roque Bentayga.
La prensa ha dado poca relevancia a estas apariciones puntuales, quizá por el prejuicio de la superstición. Superstición, que duda cabe, con bases científicas. El hombre canario le añadió magia, un tesoro de nuestra etnología.
A lo que sí le ha dado bastantes titulares la prensa local, es a los avistamientos en nuestra atmósfera e incluso fuera de ella.
20-04-1996 Diario de Las Palmas
29-03-1970 El Eco de Canarias
20-06-1974 Diario de Las Palmas
En ocasiones, lo sensacional e inusual de los fenómenos celestes, nos llevan a titulares realmente embriagadores.
La Provincia, principios de agosto del 2008
EL MEDIÁTICO EPISODIO DEL POSEIDÓN EL 5 DE MARZO DE 1979
El caso tuvo poco que ver con la meteorología, aunque por aquel entonces se atrevieron a hablar los meteorológos de las siguientes formaciones nubosas:
-Nubes nacaradas o irisadas: se producen en el crepúsculo y guardan sus matices irisados durante largo tiempo después de aparecer entre 21 y 30 kilómetros de altura. En este caso estaban a 50 y 60 kilómetros.
-Imposibles auroras boreales.
– Nubes noctilucentes: rarísimas, pocas veces divisadas. La constitución física de las nubes nocturnas luminosas es aún desconocida, pero hay determinadas razones para pensar que están constituidas por polvo cósmico muy fino. Las nubes nocturnas luminosas se han observado muy raras veces.
-El meteoro óptico de las nubes iridiscentes. Igualmente, un despropósito en horas nocturnas.
Aunque sea solo por esto, hemos decidido incluirlo en el reportaje.
Antes de entrar en detalle observemos estas imágenes:
Son imágenes reales, tomadas aquella tarde-noche del 5 de marzo de 1979, en puntos de Gran Canaria y Tenerife. Fueron divisadas por miles de personas y causó un revuelo mediático y sociológico. Inspiró centenares de artículos, estudios e informes oficiales. El Ejército del Aire desclasificó la documentación referente a este “curioso” episodio, en 1995.
Sabemos que fue un fenómeno objetivo, fuera de toda duda esotérica o ufológica. Sin embargo, aquellos días se debatía sobre su naturaleza, incluso a nivel internacional. Se habló de meteoritos, pruebas nucleares, erupciones submarinas, etc. Pero triunfaba la tesis del ovni con base submarina. De hecho, los especialistas en ufología, consideran el episodio como uno de los tres más sensacionales ocurridos en territorio español. En 1976, el caso de “Los Gigantes de Gáldar” armó similar revuelo. La prensa no perdió la oportunidad.
El Eco de Canarias 06-03-1979
Hoy, sabemos que su origen se encuentra en un suceso objetivo (lanzamiento de un par de misiles desde un submarino), toda una ventaja, pero en la coyuntura de aquellos días, el relato del suceso de 1979 fue apasionante.
“Aquella tarde, el sol se ocultó en las islas Canarias (España) a las 19.10 horas (local). Minutos antes, para sorpresa de miles de vecinos, surgieron en el horizonte unas extrañas “nubes” en forma de “anillos” iridiscentes. Unos “anillos” de colores vivísimos que, lógicamente, llamaron la atención de casi todas las islas. Y, conforme fue agotándose el crepúsculo -su duración fue de veinticuatro minutos y medio-, estas misteriosas “nubes” circulares ganaron en viveza y luminosidad. Una vez oscurecido, los testigos observaron unas líneas zigzagueantes amarillas que recorrieron la totalidad de los “anillos”. Y éstos fueron ensanchándose, alcanzando unas proporciones gigantescas. Al cabo de una hora, aproximadamente hacia las 20.08, miles de personas asistieron a otro fenómeno no menos espectacular: la aparición de un objeto volante no identificado. Instantes después, el ovni se elevaba hacia el firmamento, dejando una brillante y colosal “campana” de luz. Minutos después, los “anillos” fueron difuminándose hasta desaparecer.
Revista UFO Tenerife
Parecido es, el evento registrado el 22 de junio de 1976 y conocido como “Los Gigantes de Gáldar”. Todo apunta a que la mente le jugó, a los testigos allí presentes, una mala pasada, distorsionando aquello que, al igual que miles de canarios tuvieron oportunidad de observar y que ocurrió a más de 700 kilómetros al oeste del Archipiélago.
Lo que vieron los canarios ambas noches, fue sencillamente el efecto en la alta atmósfera del combustible de un misil al reflejar la luz solar. Nadie supo de entrada qué era aquello, ocasión propicia para que la percepción sea relativa. Tengamos en cuenta, además, los efectos ópticos debidos al ángulo de observación, la falta de puntos de referencia en algunos casos y el estado de excitación, nerviosismo y pánico que provoca en los testigos presenciales, generalmente desconocedores de la verdadera naturaleza de determinados acontecimientos insólitos.
Diario de Las Palmas Junio de 1976
Investigaciones realizadas tras los diferentes avistamientos en Canarias, incluido los de 1976, han demostrado que las luces y esferas, vislumbradas en las Islas durante aquellos años, eran fruto de lanzamientos de misiles norteamericanos de tipo Poseidón , a unos 700 km al oeste de las islas, en una fase de prueba de un proyecto de la OTAN. Los expedientes empezaron a desclasificarse a partir de 1994.
SAN BORONDÓN FOTOGRAFIADO EN EL ABC
Para algunos es un fenómeno óptico que se produce con irregular frecuencia; para otros, un misterio sin resolver que emerge del Atlántico. La cultura popular canaria, tanto en La Palma como en Tenerife y La Gomera, describe la leyenda de San Borondón como una isla real, perteneciente al archipiélago canario y que un cataclismo hizo que se hundiera. A partir de ese momento, la legendaria isla quedó encantada dejándose ver en esporádicas ocasiones desde tiempo inmemoriales.
Para la ciencia, la explicación a estos avistamientos está en un efecto óptico provocado por diferentes causas (entre ellas, las meteorológicas) que simulan una isla. Los espejismos y las formaciones nubosas se pueden fotografiar. Incluso pueden recordar a una isla, pero se tratan tan solo de eso: de una nube o de un efecto óptico. También la densidad desigual del aire, a causa de ciertas temperaturas, produce una refracción de la luz del cielo. Este fenómeno provoca que el observador interprete su procedencia desde el suelo. Se interpreta como un charco de agua que reflejan la luz del cielo, pero no es un verdadero charco, como todos sabemos. Es un espejismo.
Las masas nubosas y el mar refleja el color blanco de las nubes. Si se forma una «brecha» o «agujero» entre las nubes, el reflejo sobre el mar de este agujero aparece oscuro. (Marco Besas, España Oculta).
Nada de lo anterior disminuye la leyenda, el avistamiento y la importancia en la cultura popular de este fenómeno, quizá el más singular de los misterios de nuestras islas. Además de conocimientos objetivos, un pueblo necesita mitos como estos, que lo estructure culturalmente, como el caso del Garoé en El Hierro, que le haga soñar y que crean. Por mucha investigación científica que desmienta los mitos, el isleño tendrá en su idiosincracia colectiva estos eventos por muy irracional que nos parezca. Y no es malo.
El fotógrafo Manuel Rodríguez Quintero , el 21 de septiembre de 1957, sobre las seis de la tarde, logró captar desde el barrio de Las Martelas, en Los Llanos de Aridane, la difusa silueta de San Borondón. El fenómeno fue presenciado por numerosos vecinos de Los Llanos y Tazacorte. La imagen se publicó en el diario nacional ABC el El 10 de agosto de 1958 en un artículo firmado por Cuscoy y titulado » La isla errante de San Borondón es fotografiada por primera vez».
EL EPISODIO DE LOS MAL LLAMADOS AEROLITOS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA EN EL AÑO 2000
Se trató de un episodio inédito, rarísimo, incluso a nivel mudial. En Canarias, la prensa local publicó casos, supuestamente falsos, aparecidos en las islas. Vamos a aportar algunos datos.
La historia comenzó el lunes, 10 de enero de 2000, al caer una bola de hielo del tamaño de un melón en un pueblo de Sevilla. Le daba de lleno a un coche, destrozándolo. El caso hubiese quedado en el olvido si no llega a ser porque el miércoles, 12 de enero, caía otra bola de hielo similar en un pueblo de Valencia. Uno es raro, dos en una misma semana, ya da que pensar. Durante todo el mes llegaron a caer hasta seis de estas extrañas bolas de hielo, en tan solo 48 horas. Pronto se desató la fiebre mediática. Caían por docenas, y en la televisión se emitían especiales informativos, y debates, tertulias y coloquios sobre el tema, intentando dilucidar el origen de los aerolitos. La prensa nacional, e incluso internacional, tenían carnaza.
Períodico Hoy (Argentina)
El fenómeno ya era conocido por los científicos, pero hasta el momento, no se tenían noticias de que un hecho así y con tal intensidad, se diera en una localización geográfica tan concreta y reducida como era la península Ibérica. Sobre todo, porque la caída de estos objetos de hielo se producían en lugares donde los cielos estaban siempre despejados, sin nubes sin formaciones tormentosas en las cercanías ni de otros fenómenos atmosféricos que pudieran ser los causantes de la formación de esos bloques de hielo. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) determinó que, en esos bloques de hielo fiables, el agua tenía idéntica composición que la de lluvia o nieve, y una estructura en capas, similar a la del granizo. Puesto que ningún proceso meteorológico usual puede explicar el fenómeno, los expertos lo atribuyeron a un extraño suceso de congelación en una altitud anormalmente alta, en la estratosfera. El entonces Instituto Nacional de Meteorología, descartaba el origen meteorológico, en confrontación con el CSIC. Hoy el caso está olvidado y no ha habido una respuesta consensuada.
La Vanguardia 19 de enero del 2000
OTROS CASOS
Diario de Las Palmas, 21-03-1991
Curioso y llamativo, pero no inédito. El mar de nubes en el litoral ocurré cuando la capa cálida del este (calima) arrincona a los flujos frescos del alisio, en la costa.
En la primavera del año pasado ocurrió, después de muchos años, en las dos capitales canarias y en distintos días.
Canarias 7. 10 de marzo del 2017
La visibilidad interinsular deja estampas muy bellas. En Gran Canaria, algunas veces, parece que el Teide nos acompaña en la ruta. Lo que sí es verdaderamente raro, es ver el pico más alto de España desde Lanzarote.
Falange 06-01-1966
Quizá los locos seamos nosotros
Podríamos escribir decenas de páginas, para referirnos a cómo la prensa interpreta la meteorología. De la lluvia provocada o artificial, de las plagas de langostas, de oleajes históricos, de gazapos con o sin intención, etc.
Por el momento, cerramos el artículo con este mosaico de las portadas de los periódicos que a los aficionados a la meteorología nos gusta ver por la mañana en los kioskos. Para bien o para mal.