Las gentes del campo siempre han estado mirando al cielo, pendientes de los cambios en las temperaturas, en la distribución de lluvias, de eventos extremos como tormentas, sequías, inundaciones, olas de calor, etc., por ello, las condiciones climatológicas forman parte inequívoca de la actividad agraria, condicionando la misma.
Desde antaño, a través de la observación de los cambios en la naturaleza, los campesinos han recopilado la tradición del conocimiento del tiempo, en un plazo más o menos amplio y que conocemos como “cabañuelas”. Este método tradicional se basa en la observación de la dirección del viento, de los tipos de nubes, de los días de calor y del posicionamiento en el cielo de este conjunto de variables, a unas horas determinadas, como son las que corresponden a la salida del sol o de la luna, comportamiento de los insectos, etc., que plantean si el tiempo será seco o lluvioso, del sur o del norte. Esto nos lleva a un conocimiento empírico basado en una zona concreta y no extrapolable a otra más amplia como la insular o regional.
Por otro lado, el desarrollo de un conjunto de disciplinas relacionadas con el conocimiento de la atmósfera y, más concretamente, con la meteorología, han aumentado las posibilidades de conocer el estado del tiempo en una zona determinada, una región, o un país. Todo ello, basado en unas variables climáticas que nos ayudan a interpretar que está pasando a nuestro alrededor.
La noción de estas variables de la climatología en el mundo agrario, nos pueden ayudar a tomar decisiones en cuanto a la implantación de un cultivo, la necesidad de colocación de sistemas de riego o de muros contravientos e incluso, a pensar en una protección total del mismo como es el caso de los invernaderos. No vistos como un sistema para aumentar la producción sino como resguardo ante las inclemencias del tiempo en muchos meses del año, sobre todo, en producciones hortícolas.
Las variables climáticas usadas para los estudios en el sector agrícola son:
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La temperatura determina, entre otras cosas, la influencia en los periodos de latencia de las yemas en los árboles de hoja caduca, conocido como termoperiocidad, así, aparece el concepto de horas-frío que encontramos en cualquier catálogo de viveros para los siguientes tipos de frutales: ciruelos, perales, manzanos, entre otros y nos limita su implantación en el territorio si no existen ciertas condiciones. Asimismo, tienen repercusión las olas de calor, con periodos de humedades relativas bajas, condicionando los periodos de riego y la dosificación de los mismos. Otro aspecto en el que afecta la temperatura es la vernalización en las plantas, que depende de la amplitud térmica, es decir, la diferencia entre máxima y la mínima diaria, que influye en el cambio de color de las naranjas y en la subida a flor de las hortícolas, entre otras cosas.
La humedad relativa, tiene importancia a la hora de las enfermedades fúngicas, sobre todo en el caso de mildiu, necesitando unas condiciones de humedad en las hojas durante un periodo, que junto con la temperatura del rocío nos indica si es o no posible que se den las condiciones de infestación.
Otro factor es el viento, con sus dos componentes, dirección y velocidad, siendo la velocidad la responsable de cuantiosos daños en la agricultura. Resulta de sumo interés, tener información de cuál es la dirección predominante del viento a lo largo del año y conocer la procedencia de los vientos dominantes, pudiendo colocar, una vez tengamos conocimiento de ambas variables, los cortavientos. Por otro lado, conocer si el viento es un factor limitante a la hora de desarrollar un cultivo, es necesario para tomar una decisión sobre la instalación de un invernadero o la dirección de las calles en espaldera. El viento dominante y continuo condiciona la temperatura en la parcela, lo que, en cultivos con una fuerte componente térmica, como son los tropicales, se ha de tener en cuenta.
La radiación solar sobre las plantas tiene tres aspectos a destacar:
Algunas, como el tabaco, donde el aprovechamiento se hace por las hojas, y su calidad está relacionada con la baja intensidad lumínica, necesitando un sombreo en ciertos periodos del cultivo. Es interesante comprobar que una de las características más reseñadas del cultivado en La Palma, se basa en la “Panza de burro” de la zona de Las Breñas, que hace que los estratos de nubes, debido a los alisios, baje la intensidad lumínica y mejore la calidad de sus hojas. Esta ventaja en el tabaco se convierte en un hándicap para otros cultivos, como puede ser el caso del viñedo, en el que la actividad fotosintética esta relacionada con la acumulación de azúcares en el racimo, por tanto, una disminución de la radiación conlleva una menor capacidad de fotosíntesis y de acumulación de azúcares.
He dejado para el final la pluviometría, como factor que, si bien es muy importante, no es sino uno más a la hora del cálculo de la evapotranspiración, necesario para la creación de recomendaciones de riego. La lluvia condiciona que tengamos un cultivo de secano o de regadío, que alarguemos los periodos de riego o la dosificación. Pero una agricultura moderna y con planificación no puede depender de los periodos de lluvia, sino que debe integrarlos dentro del sistema de producción.
Por ello, por parte de la administración o de algunas cooperativas se dan recomendaciones de riego, integrándose en una fórmula más o menos compleja, las variables climáticas y obtener una dosis diaria o semanal para una zona determinada. En la actualidad, es posible colocar un sistema de riego automatizado en función de las variables climáticas y la humedad del suelo, que integradas en un programa informático nos permiten regar en función de estos valores. También existen invernaderos controlados por estaciones meteorológicas que, en función de temperatura, humedad, radiación o velocidad del viento, automatizan la apertura o cierre de sus ventanas o el despliegue de coberturas de sombra.
Por tanto, disponer de un conjunto de estaciones meteorológicas que nos proporcionen los datos necesarios para una comarca o una isla, es fundamental en una agricultura competitiva. Por otra parte, es cada vez más normal que muchas fincas dispongan de sus propias estaciones meteorológicas, aportando datos in situ, para esa zona concreta.
Además de poder calcular las dosis de riego, las estaciones nos facilitan datos para dar avisos de posibles infestaciones de plagas y enfermedades. En función de estas variables y de los programas informáticos, podemos advertir cuando se dan las condiciones óptimas para que éstas aparezcan, teniendo la posibilidad el agricultor de tomar las medidas correctoras correspondientes, ya sea fitosanitarias o de manejo del cultivo.
Algunos ejemplos relacionados con el control de plagas son:
Por último, para que las estaciones agrometeorológicas posean la mayor utilidad posible, se precisa: