El fenómeno meteorológico a mesoescala al que nos referimos en el presente artículo, es una situación muy local que, como tal, que se da en La Palma, y en cualquier isla montañosa de Canarias, pero que destaca sobremanera en la vertiene NE palmera e incluso en el E, pudiendo dicha situación, generar precipitaciones que superan los 100 mm, con poca o ninguna inestabilidad atmosférica. Veamos de que se trata.
La clave de este fenómeno está en el abrupto y significativo relieve de la isla de La Palma, que se opone a los flujos húmedos procedentes del océano “exprimiendo” la nubosidad baja que circula por la isla.
Es significativo pensar que la isla «exprime» las nubes, dado que si no hubiese una isla, las nubes pasan sin más que alguna lluvia débil.
El efecto «Tilos», como ya hemos señalado, es un fenómeno local y conforma un tipo de situación meteorológica que se da en condiciones de poca inestabilidad en la columna atmosférica, donde un manto nuboso, cuyos topes no suelen sobrepasar los 2400 metros sobre el nivel del mar, puede llegar a dejar una cantidad considerable de lluvia en la vertiente norte, nordeste y este de La Palma. Fue descrito por el observador meteorológico del aeropuerto de La Palma, Fernando Bullón. La característica principal de este fenómeno, la define los cuantiosos datos de lluvia que se recogen en la fachada nordeste de dicha isla, concretamente en la zona llamada Los Tilos, bosque de laurisilva localizado en el municipio de San Andrés y Sauces, y que, precisamente acuñó el nombre del fenómeno que en el presente artículo abordamos.
Evidentemente, el efecto “Tilos” podemos entenderlo dentro de una situación que afecta al resto de islas Canarias, sólo que, quizá, las vertientes nordeste y este de La Palma ofrecen una orientación y pendiente más adecuada, para que las nubes se retengan y descarguen más agua que en las mismas vertientes de otras islas. Se podria extrapolar esto a cualquier isla alta del mundo situada en el área de influencia de vientos alisios, esto es, cerca de las fachadas occidentales de los continentes o en general en el E de cualquier anticiclón subtropical (Hawai, Reunión,…)
Para entender el funcionamiento de la situación de cuantiosas lluvias, en las vertientes anteriormente citadas de la isla bonita, cabría señalar que una borrasca pasa en su recorrido habitual de oeste a este por el atlántico norte. El frente va avanzando, pero a su vez el anticiclón se mete, en forma de cuña, hacia el este. Así, tras el paso del frente frío de la borrasca, los vientos van girando y rolando de oeste o noroeste hacia este o noreste, tras introducirse de nuevo la cuña del anticiclón en contacto con el margen occidental de la borrasca, que continúa circulando habitualmente hacia el este, hacia la península.
De manera habitual, el frente frío en su desplazamiento hacia el sur, si la borrasca está situada en latitudes algo más al norte que Canarias, va sufriendo un debilitamiento, un proceso de frontólisis, y pasa a formar parte de la circulación anticiclónica del nordeste. Es decir, los restos del frente frío llegan en un entorno de estabilidad atmosférica, pero con bastante humedad, habitualmente desde el nivel del mar hasta los 2400 metros de altura, y con vientos de componente nordeste. Así, dicho flujo nos llega de forma longitudinal y no transversalmente, como es habitual en los frentes que van barriendo las islas. Por lo que, al pasarnos de forma longitudinal, la línea nubosa permanece durante muchas horas sobre las mencionadas vertientes de la isla de La Palma, dejando acumulados considerables, no por la intensidad de la lluvia, sino por el carácter persistente de las mismas.
Se pudo ver esto, por ejemplo, el día 2 julio de 2015 tras una secuencia diaria que abarcó desde el 29 de junio hasta el 2 julio.
En algunas situaciones descritas por Fernando Bullón, se han recogido más de 200 mm en Los Tilos, algo sorprendente, ya que como vimos, no son situaciones de gran inestabilidad, pero sí de mucha humedad.